¿Qué es más raro? ¿Qué tenga un canguro o que se llame Alberto?

w e l c o m e

lunes, 5 de enero de 2009

Clausura 97

¡Chi-la-vert, Chi-la-vert, Chi-la-vert! Todos pedían por el paraguayo. Fue una falta clarita clarita. La sangre nos empezó a hervir a todos los velezanos, viendo a José Luis acercarse al área para patearlo. Los bosteros estaban enmudecidos, y claro, como para no estarlo. El paragua tenía ya sesenta goles en primera siendeo arquero. Un groso.
¡Al paraguayo nunca lo voy a olvidar! Cantábamos todos en la tribuna, mientras nuestros gritos llevaban el olor a faso para la platea norte. Esos sí que son amargos. Ya se les pasó esa de ir a la popu y alentar al equipo. Prefieren ver el partido sentaditos y puteando a los jugadores cada vez que se mandan alguna. ¡Alentá puto, acá se viene a alentar no a putear la concha de tu madre! Gritaba el negro Juan, capo de la hinchada del club de barrio más grande que existió en la historia del fútbol profesional. Todos respetaban al negro porque era gigante y no se comía una. No reculaba nunca. El tipo moría de pie. Escuché en el entretiempo que una vez se les plantó a los borrachos del tablón el solo y los putos corrieron como nenas de jardín en pleno recreo.
José Luis la acomodó y le hizo un par de gestos a Navarro Montoya que estaba con el rabo entre las piernas, y eso que el mono ya era un jovato en esa época, tenías más partidos encima que La bombonera. Maradona miraba a Chilavert de reojo y le hacía señas al mono de para dónde iba a ir la bocha. Igual ya se sabía lo que se venía: el segundo gol del paraguayo, que ya había hecho el primero diez minutos antes desde la pena máxima.

En ese momento me acordé de que cuando iba caminando para el Amalfitani, en esas doce cuadras en las que te imaginás todos los resultados posibles con la cerveza en la mano otro fortinero me dijo: “Hoy el Diego nos mete tres, boludo, y nos vamos llorando a casa” y ahí al toque le respondí “Quedate tranquilo, vago, tiro libre del Chila y a cobrar”. Y cuando estábamos haciendo tremenda cola para comprar la entrada y todos puteaban a los de la ventanilla (viste como es la gente, están todos juntos y se piensan que pueden putear a cualquier cristiano que pase por ahí), se me vino como una visión: hoy el Chila hace dos. Primero pensé que era la típica gilada del fanático que se imagina cualquier cosa, pero después del primer gol me quedé con la garganta calentita esperando que se viniera el segundo, el de afuera del área.

“La barrera dos pasitos más atrás” parecía decirle Lamolina a la tota Fabri que se quería adelantar. A todo esto, en la tribuna visitante, la policía se agarraba con un grupito de bosteros que se la veían venir y no sabían como parar la ejecución. Mirá si serán cagones los xeneizes que quisieron tirar el alambrado. Dios santo, qué miedo tenían.
El arquero tomó carrera y se callaron todos en el estadio, como pasa siempre antes de un gol: a todos se les para el corazón, seas local o visitante. Segundos después te vuelve a latir, más rápido o más lento. Yo trataba de correrme un poquito a la izquierda porque un trapo me tapaba desde el principio del encuentro. Me pude poner de costado para llegar a ver solamente el ángulo superior izquierdo del mono. Ahí iba a ir a parar la pelota: siempre va ahí cuando se patea de ese lado. Lamolina da la orden; La platea se para; La hinchada no salta; El paragua se acerca; Fabri se adelanta; La pelota sale; El mono mira; Pega en el palo ¡GOL!

¡Que lo vengan a ver, que lo vengan a ver, no es el loco ni el pato es el famoso Luis Chilavert!

2 comentarios:

Unknown dijo...

de prueba

Unknown dijo...

Tweety para los amigos dijo...

No sabia que si tenias cuenta gmail podía firmar jejeje. Bueno ahora lo sé

Que lindo post para ser escuchado (radio mediante) por un buen relator de cuentos. Besos lustrabotas que bueno encontrarte por estos pagos…

PD: Posta sos de Velez… que garron! Cómo haces???